1/8/09

Las tierras del sol

Hay un lugar al que llega cada varón
donde pasas a ser simple cifra ordinal
y te aíslas olvidado en el mundo del honor,
más al sur de tan ingratos campos
y en frontera con el norte del infierno
existe de esa nación una comarca
que por no llamarla diferente
recibe el arduo nombre de “La legión”.
Doscientas almas en mitad de un desierto
aprendiendo a matar y destruir sin miedo
la cara del mundo que ansían y gustan.
Actuar sin opinión, sin pensar, sin sentir,
porque aquí la mínima fuente de razón
supone la cruel hipocresía de una sentencia.
Luego, cada día de alba a puesta
sientes la monótona agonía
y el constante pesar y cansancio
del sol de las doce todo el día,
del polvo en los ojos y el viento cortante,
de tenderse sobre piedras cual lagarto
y marchar sin pausa cual triste errante.
Más no valen en tales áridas
ni heridas ni lágrimas de un hombre,
las heridas aquí no cicatrizan, se abren,
las lágrimas se petrifican si nacen
y es entonces cuando hay quienes decaen;
violencia, contra-unión, odio y diferencias
asaltan a los menores y ellos solos arden...
No, no es todo fuego, trabajo e ira
pues cual todo existen ambas caras
que por bueno y no digo destacado
yo probé los márgenes del lado claro
y aunque fueron pocas las ocasiones
y siempre en un tiempo bien contado,
aquellos días bastaron como vitamina
que se agregaba a las lecturas de correo,
a las amigas voces del teléfono
y al único amigo en este infierno.

Autor: Daniel Rguez.