15/12/09

El valor de un paso.


Se aferró a un sueño y se rodeó de ilusiones. Continuó dando pasos cortos pero en una misma dirección y fijó en su ego pequeñas y grandes metas a alcanzar en el mínimo espacio de tiempo que le permitieran los próximos imprevistos. Dejó parte de su piel diluida en el sudor que le costó la moneda extranjera y jugando a la ruleta rusa, decidió apostar por su valor a favor de la más difícil elección; Perdido ante inconvenientes solo, eligió salvar solo ajenas jergas, opacas sensaciones. Pues desconocía el lenguaje, las costumbres e incluso el suelo a pisar. Tenía como arma de doble filo, la esperanza del refugio en su mitad o la desilusión de perder su media parte. Lo demás y algunas ventajas lo hubiera encontrado más al Oeste, tras el canal… Luego del riesgo, asentado sobre bases aceptables aunque no estables, luego, cuando descubrió que no cortaba aquella arma blanca, miró por casualidad a su revés, y tras la bruma de sus dudas divisó pequeñas y grandes metas ya cruzadas, no todas pero ya cruzadas. Estaba de nuevo ante su espejo, a sabiendas de que continuaba arrasando sin dañar en su camino. Pero como antaño le reinaba la desconfianza de algún mal paso, y hoy tenía más que perder, pues su mayor objetivo fue siempre conservar cuantas metas alcanzara.
Pensaba: quizá era miedo lo que sentía. Nunca antes había deseado dar tanto por tan poco y dispuesto a mucho más de lo que ya había hecho, iba a anteponer su vida a su sueño. Para no perder su apoyo, para entrar sin lugar a salida en lo más hondo de ella, sin que lo supiera, en secreto y por ambos, decidió.