15/11/11

Un paso extranjero.

Gateo extranjero sobre el asfalto
de nuevas urbes de provincias,
de una punta del mapa, al otro lado
del país en que errante vivo,
una vida de penas y alegrías
que no recuerdo hoy si he soñado.
Si no encuentro con acierto mi lugar,
me asedia por dentro la discordia,
me pierdo sin rumbo que me importe,
me amanso sabiendo que es tu norte,
el que me guía cuando contigo solamente
estoy seguro de encontrar mi gloria.
¿Qué me importa a mí la vida?
Si no la compartimos para vivirla
¿A quién le cuento que no te tengo?
Allí donde sólo te vea en mis sueños.
Me valen tanto tus dulces caricias,
tu olor, tu voz, tu esencia, tus besos,
que si no te tuviera a mi vera,
me costaría tantos lamentos…
Así que paga con tu amor mi destierro,
y aporta el feudo que hoy te pido,
porque yo te he dejado a crédito,
mi alma, mi voz, mis letras, mis besos,
el corazón que ayer me robaste
y el ritmo desenfrenado de mis latidos
a cada instante en que te veo,
a cada momento, cuando te pienso.
No conozco mayor declaración,
que saberse seguro de compartir,
las mañanas, las tardes, los días,
lo bueno y lo malo que venga
y tener la certeza de querer que así sea.
No imagino forma mejor de existir,
ni alegría mayor o que se aproxime,
a vivir lo que me queda de ésta vida,
unida a lo que te reste de la tuya.
¿No adivinas cuanto te quiero?
No te imaginas lo que me cuesta,
pedirte lo que convencido te pido,
haciendo que sin dudas entiendas
que estoy seguro de amarte,
que no tiembla mi voz al preguntarte
¿Lorena, quieres casarte?