1/10/11

Mis tierras.

El trigo rubio de tu melena
cegado del cielo despejado
que imitan tus ojos claros
y que resaltan el sembrado de tus cejas.
La garganta pulida de tu cuello
que eriza los llanos de tu espalda
si se atreven mis calidos besos
a rozarte en horas de la mañana.
Y en las tardes donde sobra el deseo
las cerezas en el monte de tus pechos
maduran a un color rojo encendido
cuando el Sol que eres se ha escondido.
Me baño en el agua salada de tus mares
y me seco al viento de tus palabras
me calma el paisaje de tu mirada
que me hace olvidar los males.
Me pierdo por los llanos de tu vientre
sin cansarme de recorrer tus accidentes
y bebo agua dulce en la fuente de tus labios
si me canso de andar por tus barrios.
Los largos valles de tus piernas
donde siembro mis mayores celos
muestran el camino a ciegas
hacia el pozo de los deseos.
El rocío de todas mis caricias
riega las tierras que yo más quiero
y peregrino de tus senderos
camino hacia la ermita de tu encuentro.
Los hombros donde reposo
y tus manos, donde descanso
son las aldeas por las que paso
cuando necesito hacer un alto.
Es en tus curvas donde se posan
los pájaros de mi cabeza
las ganas que me rebosan
cuando eres tú quien me besa.
Los prados por los que pasto
los saltos que no supero
mi cortijo, mi finca, mi puerto,
mis ríos, mis montes, mis lagos.
Es tu cuerpo mi delirio
mi fantasía y mi calvario
la locura con la que me lío,
es mi único santuario.
No vendo ni una sola hectárea
las defiendo con todas mis armas
estas son las tierras de mis sueños
y tu eres el sueño de mi alma.

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